A veces nos dejamos abrumar por nuestra apariencia o defectos físicos y nos sentimos menos que los demás. Sin embargo, la verdadera belleza viene del interior. Cuantas mujeres y hombres con caras impresionantemente bellas guardan en su interior una fealdad que si pudiéramos verla a simple vista nos aterrorizaría. Y muchas veces en esos rostros, a través de su mirada vemos la dureza, la frialdad, la vanidad, el descaro y a fin de cuantas el pecado.........que es lo más horrible que nos puede suceder.
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