7. La Biblia es la gran historia que narra las maravillas de la misericordia de Dios. Cada una de
sus páginas está impregnada del amor del Padre que desde la creación ha querido imprimir en el
universo los signos de su amor. El Espíritu Santo, a través de las palabras de los profetas y de los
escritos sapienciales, ha modelado la historia de Israel con el reconocimiento de la ternura y de la
cercanía de Dios, a pesar de la infidelidad del pueblo. La vida de Jesús y su predicación marcan
de manera decisiva la historia de la comunidad cristiana, que entiende la propia misión como
respuesta al mandato de Cristo de ser instrumento permanente de su misericordia y de su perdón
(cf. Jn 20,23). Por medio de la Sagrada Escritura, que se mantiene viva gracias a la fe de la
Iglesia, el Señor continúa hablando a su Esposa y le indica los caminos a seguir, para que el
Evangelio de la salvación llegue a todos. Deseo vivamente que la Palabra de Dios se celebre, se
conozca y se difunda cada vez más, para que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor
que brota de esta fuente de misericordia. Lo recuerda claramente el Apóstol: «Toda Escritura es
inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la
sus páginas está impregnada del amor del Padre que desde la creación ha querido imprimir en el
universo los signos de su amor. El Espíritu Santo, a través de las palabras de los profetas y de los
escritos sapienciales, ha modelado la historia de Israel con el reconocimiento de la ternura y de la
cercanía de Dios, a pesar de la infidelidad del pueblo. La vida de Jesús y su predicación marcan
de manera decisiva la historia de la comunidad cristiana, que entiende la propia misión como
respuesta al mandato de Cristo de ser instrumento permanente de su misericordia y de su perdón
(cf. Jn 20,23). Por medio de la Sagrada Escritura, que se mantiene viva gracias a la fe de la
Iglesia, el Señor continúa hablando a su Esposa y le indica los caminos a seguir, para que el
Evangelio de la salvación llegue a todos. Deseo vivamente que la Palabra de Dios se celebre, se
conozca y se difunda cada vez más, para que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor
que brota de esta fuente de misericordia. Lo recuerda claramente el Apóstol: «Toda Escritura es
inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la
justicia» (2 Tm 3,16).
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